Durante (y después de) las ya célebres jornadas de reflexión de Pedro Sánchez para decidir si nos merecíamos que siguiera siendo nuestro presidente, con lo mal que nos portamos con él y con su santa esposa, dos de sus acólitos reaccionaron de un modo especialmente entusiasta, proactivo y resiliente: la vicepresidenta María Jesús Montero (Mariajezú para los amigos) y el ministro de transportes, Óscar Puente (Valladolid, 1968), quien brilló con luz propia a la hora de defender a su jefe, o a su gurú, ya que el actual PSOE se parece mucho a una secta destructiva (¿las hay de otro tipo?).

Mariajezú estuvo estupenda arengando a las masas congregadas ante la sede madrileña del partido, y levantando los brazos en señal de victoria, y berreando como una posesa, y felicitándose por tener un jefe tan humano y sensible, pero, puestos a dar la nota y hacer el sicofante a fondo, no pudo competir con Puente, quien, en una sentida declaración, definió a Pedro Sánchez como “el puto amo”.

Que un ministro de España se exprese como un cani puede resultar sorprendente para cualquiera que desconozca el historial oratorio del señor Puente: pensemos que, ya en 2017, cuando Sánchez presentó su candidatura a la jefatura del PSOE, nuestro hombre dijo que el partido de sus amores tenía “el culo en pompa hacia la derecha”.

Puente habla alto y claro y parece soltar lo primero que se le pasa por la cabeza, sin pararse a pensar si es lo más acorde con su estatus político. Eso ha llevado a que los que le aprecian alaben su sinceridad y espontaneidad y a que los que lo detestan lo consideren un gañán a medio camino entre el hombre y el bonobo. Que semejante ejemplo de diplomacia, sutileza y elegancia pudiera tirarse ocho años (2015-23) como alcalde de su ciudad natal es algo que escapa a mi comprensión, pero no descarto que amenazara a sus contrincantes con morderles en la yugular.

Cuando perdió la alcaldía, Sánchez acudió al rescate, se lo llevó a Madrid y le dio un ministerio. Agradecido, Puente se ha convertido en su principal defensor y ensalzador, llegando hasta el extremo de calificarlo como “el puto amo” en España y en Europa, donde todos se pasman ante su talento y gallardía (reconozco que Ursula von der Leyen le hace ojitos).

Lo del “puto amo” me pilló unos días después de que viera al interfecto por televisión hablando con Thais Villas, a la que le confesó el nombre de su ídolo pop: Taylor Swift. ¡El ministro es un swiftie! Prueba de que hasta en eso hemos ido a peor, pues Felipe González, por lo menos, era fan de los Stones y recibió a Mick Jagger en la Moncloa. ¿Taylor Swift? ¡Por el amor de Dios! Y encima reconocía que se muere de ganas de conocerla, por lo que no sería de extrañar que se presente en su concierto de mayo en Madrid (para el que ya tiene las entradas), se asome por el backstage y le diga a la pepona de oro algo parecido a esto: Hello, I'm the minister of transportation of the kingdom of Spain and your biggest fan. Can I buy you a drink, honey? (si es que sabe inglés, cosa que dudo viendo que una de las cosas que más le admira de su líder es que se expresa correctamente en la lengua de Churchill, aunque ahí se acaban los parecidos entre uno y otro).

Óscar Puente es un hombre que se emociona con la música. ¿Vendrá de ahí la participación de su hija Carmen en La Voz Kids del año 2021? (lo dejo ahí porque estamos hablando de una niña inocente y no quiero que a su padre le dé una rabieta similar a la del presidente con su Begoña: temo que Mariajezú me acuse de desalmado y de no creer en el amor). Pese a las apariencias, Puente es un hombre sensible. Y con un pie en la trascendencia, como demuestran su amor a la Semana Santa y su pertenencia a la Cofradía del Descendimiento y Santísimo Cristo de la Buena Muerte.

Si a algunos nos parece un gañán, un grosero incontinente y un pelota siniestro, eso puede deberse a que, aunque no nos demos cuenta y nos consideremos progresistas, militamos en la fachosfera, que es a donde te envían ahora aunque te hayas pasado la vida votando a la izquierda y te parezca que la actual relación del PSOE con la izquierda es, por usar un término suave, un pelín oblicua (es mi caso), como demuestra ese oxímoron patentado por Sánchez que es el neoliberalismo socialista.

Eso sí, si algo hay que reconocerle al señor Puente es que nunca defrauda a la hora de dar espectáculo. Que si el culo en pompa hacia la derecha, que si Pedro es el puto amo, que si se derrite por Taylor Swift… Una detrás de otra. ¡Una mina! Alternando la grosería con la cursilería, el hombre siempre encuentra la manera de meter la pata hasta el corvejón. Cosa que, personalmente, le agradezco, ya que Albares y Bolaños tienen menos gracia que el Dúo Sacapuntas. Así pues, le animo a seguir en esa línea y quedo a la espera de su nueva gansada, relamiéndome ante la posibilidad de que también se declare fan de Michael Bolton, James Blunt o Ed Sheeran. No te cortes, Óscar, ¡sé tú mismo!