El presidente ejecutivo de Puig, Marc Puig
Marc Puig
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Puig ha culminado un proceso de salida a bolsa que ha dado síntomas de estar muy meditado y trabajado a lo largo de los últimos años, sobre todo si se tiene en cuenta la firmeza de la operación, la solidez de cada una de las decisiones tomadas y el hecho de no mostrar síntoma alguno de duda, como sí ha sucedido con muchos candidatos a dar el salto al mercado.
Si algo ha quedado un tanto deslucido en el estreno por todo lo alto en la Bolsa de Barcelona, con el presidente ejecutivo del grupo, Marc Puig, como maestro de ceremonias, ha sido el comportamiento de la cotización que, en opinión de los expertos, tiene relación con el hecho de que la familia fundadora y principal accionista ha pecado de excesiva ambición a la hora de optar por el máximo de la banda no vinculante para fijar el precio de la OPV.
Quizá algo confundidos por la respuesta de los inversores en el periodo de prospección, los Puig y los bancos coordinadores de la oferta se olvidaron de dar algo de aire a una acción que ya partía de una cota elevada, cuando en este tipo de procesos vale más pecar de prudente y dar confianza al mercado desde el primer día.
En cualquier caso, Puig no aterriza en bolsa para un día. Su primer ejecutivo ha dejado claro que la gestión a aplicar será de "luces largas". Si logra que tenga reflejo en la cotización no será difícil olvidar este debut, por lo demás un tanto gris.
